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Siempre más democracia


Este miércoles se cumplen 45 años del Golpe de Estado. Ahora, ¿la democracia es algo que hay o algo que tenemos que construir?

Seguramente hubo tiranteces en estos treinta y tres años en que gobernaron colorados, blancos y frenteamplistas. Pero hubo diálogo y lealtad.

Pensemos en las familias de Rodney Arismendi y Julio María Sanguinetti visitándose en sus casas; en la comisión especial de parlamentarios para apoyar la institucionalidad del presidente Luís Alberto Lacalle cuando se desató una huelga policial, en Tabaré Vázquez y Rodolfo Nin Novoa yendo a Casa de Gobierno a asegurar al presidente Jorge Batlle la lealtad institucional del Frente Amplio cuando la crisis del 2002, en Danilo Astori y Atchugarry trabajando juntos cuando explotó el dólar, en Jorge Larrañaga yendo a tomar mate a la chacra del presidente José Mujica; a la convocatoria de todos los ex presidentes para analizar la posible presencia de petróleo explotable. Diálogo, convivencia, siempre más democracia.

Hay que recordar estas cosas cuando hay gente trabajando profesionalmente en las redes para crear una ‘grieta’ a la argentina porque alguna receta publicitaria dice que es útil para ganar votos. Y cuando hay frenteamplistas que recogen el guante en sus redes sociales y juegan en la misma cancha. ¿Qué les parece que cada uno de nosotros tendríamos que hacer ante el intento de profundizar los rencores? Responsabilidad, siempre más democracia.

Hay mil tonos de democracia. Es más, la democracia no es algo obvio. No es sólo la voluntad atropelladora de la mayoría, sino, ésta regida por reglas que garantizan el respeto a las minorías y a la libertad de cada uno.

Vemos democracias que se limitan al voto y sentimos que eso no alcanza para darle legitimidad a una situación si los gobiernos buscan la vuelta para limitar a la prensa, las protestas y, en general, la participación. Muchos hablan de democracia deliberativa, en la que los interesados tienen oportunidad de ser escuchados antes que se tomen decisiones que los afectan.

Lo cierto es que Uruguay tiene mucho que celebrar, en cuanto al respeto hacia la democracia. Y eso comprende a los 33 años de apertura democrática. Nuestros gobiernos han llamado al diálogo social en que participaron 660 instituciones que presentaron más de 200 propuestas. El Consejo de Ministros se reúne a micrófono abierto en los pueblos recibiendo antes centenares de planteamientos.

Hay consejos de salarios y muchos otros mecanismos. Nuestra fuerza política también abre sus puertas para construir con la gente su programa, intenta contemplar todas las miradas de los más amplios espectros sociales, realmente se hace un ejercicio diario en pos de la tolerancia y el respeto. Pero esto no significa que igualmente no fallemos en algunas instancias, de diálogo, de escucha, de apertura, de respeto, pero es cuestión de asumirlo, para trabajarlo.

Algunos piensan que para que haya diálogo democrático debe haber una base de valores comunes; una cultura compartida. Pero en un país de inmigrantes esa puede ser una pretensión excesiva. No somos iguales, no nos paramos igual; lo hemos ido aprendiendo.

Y ese aprendizaje fue de la gente, fuimos avanzando como sociedad, más allá de los colores políticos, hoy no somos las mismas personas ante una pareja del mismo sexo, hoy nos comportamos diferente ante la lucha de las mujeres, más allá de las leyes que contemplan la nueva agenda de derechos, hemos ido avanzando y eso contribuye, sin dudas, a la democracia.

Por lo que podemos decir, sin modestia, que los uruguayos y las uruguayas hemos contribuido en ese sentido. Contribuir es, siempre, más democracia.

Hemos progresado como sociedad, pero aún siguen surgiendo episodios violentos de racismo, segregación contra inmigrantes, violaciones de los derechos laborales, brutales segregaciones en la trama social y aumento alarmante de femicidios.

Y difícil que haya un diálogo fructífero con altos niveles de violencia. Por eso se habla de convivencia. El cese de la violencia es un reclamo de todos nosotros, pero las acciones fundamentales las tiene que tomar las autoridades. Y empezar por escuchar atentamente los reclamos que hace nuestra gente. Siempre más democracia.

¿Entonces, alguien sigue creyendo que la democracia es algo que está ahí, escrita en un libro?

Defender la democracia es una actitud. Una actitud conmigo y con los otros, es sabernos parte de algo más grande, es mirar las responsabilidades antes de las culpas. Hoy es el día para reafirmar nuestro compromiso con la democracia, contribuyendo con tolerancia, valorando la libertad, respetando a la justicia, con pluralismo, con responsabilidad.

Hoy, como siempre, reafirmamos: Nunca más dictadura, siempre más democracia.

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