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Duele Nicaragua


Condena unánime del Senado a todos los actos de violencia en Nicaragua y llamado a gobierno y opositores a dialogar de buena fe.

El Senado de la República reconoce la gravedad de los variados hechos de violencia y la responsabilidad del gobierno del presidente Daniel Ortega, pero reivindica el apego a la autodeterminación de los pueblos, a la defensa irrestricta de los derechos humanos y al diálogo sincero como único camino para superar las diferencias.

En ese marco la bancada de gobierno puso sobre la mesa una propuesta de declaración con la expectativa de que sea adoptada por todos los senadores y sus partidos.

La senadora Constanza Moreira señaló que el Frente Amplio “es capaz de dar una mirada crítica, aún dentro del mismo campo político que nos comprende” y destacó que quiere que sea la conciencia popular, progresista y de izquierda la que nos permita criticar a Nicaragua, a Israel o a Estados Unidos. Moreira reivindicó a los sandinistas que se proponen rescatar a su movimiento de las prácticas de nepotismo de Ortega y Murillo y se mostró identificada con quienes se proponen recuperar lo mejor de la protesta y de las tradiciones de la izquierda nicaragüense.

Por su parte, la senadora Mónica Xavier lamentó la situación en la que desde abril pasado el gobierno no ha dejado de reprimir y sostuvo que si bien se trata sólo de una declaración, es la expresión de la consternación entre los progresistas por la desviación de un proceso que devino en autocrático, personalista y que apunta a perpetuarse.

Xavier enfatizó “Nicaragua no puede seguir así, pero serán los nicaragüenses los que resuelvan” y responsabilizó a la pareja gobernante Ortega-Murillo por conducir un gobierno que terminó del lado de los poderosos generando violencia y consecuencias inimaginables.

La declaración, aprobada por unanimidad, alienta a identificar a los responsables de desatar la violencia a través de los mecanismos legales pertinentes para ponerlos a disposición de la justicia, y expresa que las elecciones en libertad, sin violencias ni miedos, es la mejor garantía para la estabilidad democrática.

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